El coeficiente intelectual (CI) y su medición se ha convertido en nuestra sociedad en un referente de éxito académico, de modo que el alumnado con mayor puntuación en los test de CI se relacionan con la consecución de mejores calificaciones en la escuela.
Pero en el siglo XXI comienza a analizarse dicha situación llegando a la conclusión de que la inteligencia académica no es suficiente para lograr el éxito profesional y tampoco garantiza el éxito en la vida cotidiana. Es en este contexto cuando surge la inteligencia emocional como una alternativa al CI.
La educación de la inteligencia emocional ha de convertirse en uno de los principales objetivos del ámbito educativo, proponiendo la formación en IE que de forma explícita y curricular, a través de materias que contengan y resalten las habilidades como vía para mejorar el desarrollo emocional del alumnado. La práctica y el entrenamiento se convierten en la metodología más propicia para la educación de la IE.
En este sentido el profesorado no debe centrarse únicamente en la enseñanza de modelos de conductas correctas, sino que además ha de prestar atención a los sentimientos y emociones. Se trata de comprender el comportamiento del alumnado desde el punto de vista de las emociones y no solo de las conductas; también se trata de enseñar una forma inteligente de sentir, de entrenar la IE.
En el contexto educativo los docentes se convierten en los principales líderes emocionales del alumnado lo que implica el hecho de actuar como ejemplo y modelo a imitar. El profesorado capaz de captar, comprender y regular las emociones de su grupo conseguirá el equilibrio emocional del mismo. Necesitamos de una formación del profesorado que complete esa carencia formativa en el desarrollo de habilidades para gestionar nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, competencias a la se le ha dado una menor importancia y que su adquisición conlleva a comprender mejor nuestra realidad, a mejorar nuestras relaciones personales y profesionales y en definitiva a ser capaces de ser más asertivos y felices en nuestras vidas. Como definición Salovey y Mayer en 1990, definen la IE es: “una forma de inteligencia social que implica la habilidad para dirigir los propios sentimientos y emociones y los de los demás, saber discriminar entre ellos y usar esta información y la propia acción”.
El estudio de la influencia de la IE en el equilibrio psicológico y el bienestar personal del alumnado ha sido de gran interés en los últimos años. Gran parte de dichos estudios toman como referencia la propuesta de Salovey y Mayer (1997) que definen la IE atendiendo a cuatro componentes (Fernández-Berrocal y otros, 2002):
Fuente: https://www.afoe.org/